Me encontraba en un bar, leyendo un artículo por internet cuyo título me llamó la atención, "¿Qué haces tú para combatir la yihad en España"?, el cual pensé que haría una racional llamada al combate individual contra ideas extremistas. Resultó que no era así, ya que finalizaba con: "Pide al gobierno más eficacia y rigor en la lucha contra el yihadismo". Lo más emocionante fue, después de leer sobre la irracionalidad de la religión y sus actos sinsentido, escuchar las trompetas de la procesión cercana.
Entonces
me acordé del caso del copiloto de Lufthansa, que hasta hace poco era
terrorista hasta que supimos que tenía depresión y varias problemas
mentales. Creo que la comparación es procedente.
El artículo da por sentado que "hay que encontrar a los terroristas y detenerlos" sino matarlos. Pero éste caso del copiloto, como muchos otros, nos ayuda a darnos cuenta de que no se trata de encontrar árabes, porque no es un problema genético. No se trata de encontrar egipcios, libios, argelinos, sirios irakíes o afganos, porque muchos europeos fueron a combatir por el Estado Islámico. Y no se trata de encontrar a esos asiduos beatos musulmanes que frecuentan las mezquitas...porque la mayoría de ellos no pisaron una mezquita jamás, o en algunos casos poco tiempo antes de marchar a la guerra o cometer atrocidadades, como esos padres franceses de origen argelino comentaban entre lágrimas. Para ésto sería útil comprender el concepto de "etiquetas" que usa la antropología social. Fueron captados, un término muy plástico que nos incita a pensar en "secuestrados", cuando deberían decir convencidos.
Es hora de aprender de la historia y de nuestros errores. Los nazis no nacieron. No lo eran por el hecho de ser alemanes, como tampoco eran comunistas sólo los rusos. Se hicieron. ¿Estás seguro de que tus ideas no son nazis? ¿o terroristas? ¿o dictatoriales? ¿Pretendemos encontrar terroristas como si fueran por ahí con arcos y flechas y tocados con plumas, como los indios?
Y para ello no hay más remedio que esforzarnos por aprender, formarnos y eludir los comentarios airados y las peleas de gallos de la sexta o telecinco. Debemos profundizar en los conceptos y alcanzar con seguridad nuestros valores, así como su justificación ligada a los hechos reales y al amor por el hombre. De otra forma, seremos fieles esclavos de la ignomiosa propaganda interesada, tanto de los que vituperan a los demás por sus creencias o ausencia de ellas, como por los que deciden matar a los primeros.
Estoy convencido de que la primera bala que se dispara en una guerra está en la mente. Más vale tener pacificada y tranquila la zona.