Reseña
del artículo: <<La zona del Franco a la cola del boom
económico regional. El África francófona rehén de su moneda
única. Por Sanou Mbay*>>
Le Monde Diplomatique en español, nº 229 Noviembre de 2014
Durante
las reuniones de café propias o ajenas me resulta muy normal que el
tema de conversación derive a la cooperación internacional o la
actualidad en diferentes países. Si me siento cómodo con los
interlocutores es inevitable, y si no estoy involucrado en la
conversación es muy frecuente que aparezca de todos modos. Pero
siempre me siento tentado a prestar atención.
La
actualidad que nos muestran los medios no suele ser cordial y está
salpicada de guerras, epidemias, violencia o intolerancia sobre todo
en zonas de Oriente Próximo, Asia o África. Casualmente, cualquier
zona excepto el continente americano o el europeo. Éstas
conversaciones suelen comenzar con algo parecido a <<¿Oye,
habéis visto cómo están en Siria?>> o <<¿habéis
visto los muertos en Camerún?>> .
Tras
este “gancho” aparecen por toda la mesa comentarios de
condolencia para, muy poco después empezar a disparar lugares
comunes a discreción, del tipo <<Si, es que siempre están
igual>> o <<si, en el fondo son todos iguales>>, o
<< tú mira que siempre están matándose unos a otros, pero
ellos mismos ¿eh?>>
Dependiendo
del lugar donde se encuentren, y la identidad que cada uno tenga de
sí mismo, no es tampoco muy raro que finalicen los tópicos con esa
coletilla tan ingeniosa de: <<Yo mira, no es que sea racista ni
muchísimo menos, pero...>> y en ésos puntos suspensivos puede
usted colocar cualquier cosa dado que, la justificación previa abre
las puertas a cualquier grandilocuencia lapidaria sobre sociología,
religión o costumbrismo ante la cual la mayoría de asistentes se
une, después de asentir gravemente y sorber un poco de café. Para
algunos esta escena nos recordaría a ciertos ambientes en la época
victoriana, aunque por aquel entonces existía un fervor por la
antropología que hacía los debates algo más documentados.
La
sensación que me imprime este comportamiento es contradictoria. Por
un lado, comprendo que un grupo de amigos tiene derecho a pasar el
rato y conversar de lo que quieran. A pesar de nuestro dicho, <<no
vamos a arreglar el mundo>>. También acepto que la formación
en cuestiones antropológicas o de ciencias sociales no esté muy
extendida, dado que desgraciadamente priorizamos hoy otro tipo de
formación. Es más, comprendo que la intención general es buena, ya
que la compasión pertenece a ese conjunto de píos sentimientos que todos elogiamos.
Pero
ello no me impide sentir una especie de escozor intelectual ante estos
tópicos. En primer lugar, tras esa velada compasión encontramos un
abultado y orgulloso etnocentrismo alimentado por el propio ego y las
diferentes tendencias sociopolíticas actuales. En el caso de
personas que no se interesan más allá de sus fronteras políticas y
mentales, suelen reducirse a lo que el engranaje mass media propugna
-o permítanme, <<escupe>>- , que suelen ser de una
ideología confusamente unitaria y disimulando las viejas ideas de <<pueblos
civilizados vs pueblos bárbaros>>.
Un
estudio exhaustivo de la historia, las costumbres, la ideología y
los intereses enfrentados de cada pueblo nos brinda una luz
resplandeciente para descifrar lo que se nos aparece como enigmas
anacrónicos en un mundo maravillosa y libremente planeado. Con todo,
el formidable trabajo de los antropólogos no está exento de sombras
que acechan esa luz. Sin embargo, incluso en el conflicto de esas
penumbras, normalmente la comprensión nos brinda empatía y cariño
hacia ese pueblo concreto.
Solemos estudiar el devenir histórico
como si se tratase de la quinta de Beethoven: Obertura, Allegro,
Andante, Scherzo, Allegro; de principio a fin. Mi experiencia como
simple interesado en estos temas es que, la historia de un pueblo es
más parecida a un niño cojo aprendiendo a montar en bicicleta en
una intersección con semáforos. Intentos, interrupciones, errores,
epoyeyas mágicas, grandes acciones, héroes desconocidos y grandes
mentiras perpetuadas. Todas ellas, complicándose y evolucionando con
el tiempo.
Leyendo
Le Monde Diplomatique de este mes (Noviembre 2014) pensaba en éstas
tertulias entre cafés y <<lo útil que resulta la información
útil>> en referencia al artículo titulado <<La zona del
franco a la cola del boom económico y regional>> escrito por
Sanoy Mbaye, economista senegalés y uno de los mayores especialistas
de la economía africana, ex-alto funcionario del Banco Africano de
Desarrollo.
En
el artículo relata la problemática del desarrollo de los
países africanos de la zona franco y su inoperancia para formar unas
sinergias productivas para avanzar como los países vecinos, en este caso anglófonos.
África,
el segundo motor de crecimiento mundial después de Asia, es el
terreno donde intentan disputarse las inversiones geoestratégicas
púgiles como China, India, Corea del Sur, Malasia, Turquía o
Brasil. La recuperación de las clases medias, una gestión mejorada
de los déficits y las jugosas transferencias de los emigrados
colaboran al reflote de la situación. Sin embargo los países
francófonos diversamente asociados en uniones económicas
disfuncionales no sólo no progresan como el resto, sino que algunos
de ellos aún pugnan por salir de la pobreza y son destinatarios del
Programa Mundial de Alimentos (PMA). Varios de ellos, además, han
protagonizado casos de guerra civil y golpes de estado, teniendo que
intervenir EEUU y el mism ejército de Francia. Además aparecen
casos de corrupción, blanqueo de capitales, inestabilidad del tejido
social y falta de perspectivas de futuro.
Sin
embargo, lejos de comentarios fatalistas, Mbaye diagnostica las
causas de estas situaciones, que se encuentran en gran medida en una
deficiente programación de la descolonización.
1, El desmantelamiento
de las uniones político-económicas originales de la AOF (África
Occidental Francesa) y la AEF (África Ecuatorial Francesa) debió
conllevar la abolición también de la moneda francesa que, sin
embargo se mantuvo. Mbaye argumenta que esto fue como <<derogar
el Tratado de Maastricht con la supervivencia del euro>>. A
ésta situación se enfrentan estos países que, a pesar de estar
asociados mediante la UEMOA y la CEMAC no han conseguido establecer
las premisas básicas para fomentar un comercio interestatal al
estilo europeo y una unión económica viable. Éstos serían la
unión política y mecanismos de solidaridad interna.
2. Por
otro lado la influencia francesa sigue vigente a través de
monopolios millonarios de empresas de esta nacionalidad que lejos de
cooperar con el país, no sólo se lucran sino que suelen ser
beneficiarias de jugosas cuantías destinadas, curiosamente, a
cuestiones de ayuda a países emergentes. En ocasiones por medios
fraudulentos o sin concursos de licitación. Éstas empresas además
suelen repatriar sus beneficios a Francia; por tanto, los beneficios
de muchos proyectos, en el mejor de los casos retornan al país de
origen.
Los
países de la zona franco por cierto deben devolver estas
<<facilidades>> dejando sus divisas den el Tesoro Francés
-que luego éste usará en su provecho-.
3. El Sr. Mbaye menciona además
otras cuestiones que empeoran el desarrollo como, unos tipos de
interés extremadamente altos que no difieren con la metodología
actual de mantenerlos bajos para apoyar una pronta salida de la
crisis o una política de cambio fijo de divisas que supone <<una
aberración a la que habría que poner fin>>. Finalmente,
el FMI no sólo está al corriente de estas cuestiones sino que las
refuerza. Según el experto, un sistema de éstas características
<<sólo puede provocar déficits presupuestarios estructurales,
dependencia excesiva de las importaciones y una evasión masiva de
capitales>> .
Todas estas cuestiones se reafirman completando
la información con las noticias llegadas de zonas como Dakar, una de
las ciudades pertenecientes a las <<cuatro comunas>> (es
decir, ciudades africanas que otorgaban la ciudadanía francesa)
donde reina actualmente la vorágine de las constructoras, la especulación inmobiliaria, el cemento
corre a raudales y el precio del suelo sube como la espuma: es decir,
viven actualmente la fase de felicidad ilusoria de su propia burbuja
inmobiliaria con sospechas de blanqueo de capitales, mientas los servicios sociales estratégicos quedan parcialmente desatendidos.
Sus
esperanzas parecen puestas en la Comunidad Económica de los Estados
del África del Oeste (CEDEAO) aunque parece ser que Francia no la ve
con buenos ojos dado que la relacionan con intereses anglófonos. Ésta unión promoverá políticas de
convergencia económica, política y fiscal, además de la creación
de una divisa para el oeste africano.
Resulta
interesante y más aún, vital analizar estos procesos por tres
motivos.
Primeramente, para observar cómo funcionan los intereses
globales en determinadas zonas antes consideradas periferias. Segundo, para saber cómo manipularon éstas potencias mundiales
los países que solamente yo llamo <<de enmedio>>, en los
que catalogo a España. Y tercero, para evitar que
nos ocurra en el futuro y evitar que les ocurra a otros.
Éste
no es más que un caso para ejemplificar cómo las grandes potencias
coloniales y EEUU mantienen lazos de mecenazgo con diversos países
de una manera <<legal y democrática>> pero que
desembocan en sufrimiento y frustración. Y ni siquiera es el caso
más claro de ello.
No
soy un experto en geopolítica, sociología o antropología, como me
gustaría. Pero quiero hacer un llamamiento al raciocinio, la
investigación, la comprensión para dirimir temas sociales con
elocuencia. De no hacerlo así, caeremos en un infantilismo necio,
racista, etnocentrista y autárquico que no hará más que separar
las gentes unas de otras, llevándonos al determinismo cultural y de
ahí a la confrontación.
Para
saber más, leamos, investiguemos y, si no nos es posible,
desarrollemos la suficiente empatía para ver en los ojos del
<<otro>> nuestro propio ser. Veremos que en lo
importante, todos somos iguales.
Abraham LS